martes, 17 de febrero de 2009

Duch, el jefe de la máquina de matar del Jemer Rojo


-'Normalmente les cortábamos el cuello, les matábamos como a pollos', admitió
-Interrogó, torturó y mató a Kim Huot, su mentor en su época escolar
-También ejecutó al profesor Chhay Kim Hour, que lo ayudó a entrar en el Jemer


Con su certificado de maestro, Duch encontró en 1966 empleo de profesor en el liceo Skoun de Kompong Cham, en el que ejerció hasta que dos años después se vio obligado a huir por haber sido identificado como miembro del partido comunista.
Duch fue detenido unos meses después por la Policía y encarcelado durante dos años y sin juicio en la prisión de Prey Sar, en donde la tortura a los presos se practicaba con asiduidad.
A raíz de la amnistía general declarada en 1970 por el primer ministro, el general golpista Lon Nol, se trasladó a territorio controlado por el Jemer Rojo y a una zona situada en las faldas de la cordillera de las Cardamon, en calidad de jefe de prisión o de 'Seguridad Especial'.
La primera prisión que Duch montó alejada del frente, en la jungla del noroeste, fue la denominada M-13, a la que siguió otra llamada M-99, en las que se cree que fueron ejecutadas cerca de 20.000 personas.
Perfeccionando métodos de tortura
En esa época perfeccionó diferentes métodos de tortura para extraer información a los presos, y cortejó a Chimm Sophal o Rom, una costurera con la que tuvo cuatro hijos.
En enero de 1979, con las tropas de Vietnam en las puertas de la capital, Duch y sus verdugos huyeron, sin tiempo para destruir miles de documentos y fotografías de las víctimas.
En abril de 1975, el camarada Duch y sus hombres siguieron los pasos de las fuerzas revolucionarias del Jemer Rojo que entraron victoriosas en Phnom Penh, para cumplir la orden de montar el centro de interrogatorios de la policía política, conocida por 'santebal', que en principio dirigió Ion Lon, alias Nath.
Un año después, Duch fue ascendido a comandante de Tuol Sleng, un edificio rodeado por altos muros situado en uno barrio del sur de la desierta capital y que antes fue una escuela.
Durante cerca de tres años, el torturador jefe residió con su esposa en una casa de dos plantas contigua a la cárcel, que tenía un amplio garaje en el que aparcaba varias motocicletas y coches, incluido un jeep de la marca Ford con el que solía trasladarse, escoltado siempre por al menos tres guardaespaldas.
De 14.000 a 16.000 personas, entre ellas ministros del régimen, diplomáticos, extranjeros, y hasta 2.000 niños, pasaron por esa prisión provista de alambradas electrificadas, para ser torturadas y asesinadas después en el campo de exterminio de Choeung Ek, situado a unos 15 kilómetros de la ciudad.
Caída del régimen
A finales de 1978, la paranoia del Jemer Rojo estaba totalmente descontrolada, y como más y más gente llegaba a Tuol Sleng, Duch ordenó, por falta tiempo, acelerar las ejecuciones sin interrogar antes a los detenidos.
En enero de 1979, con las tropas de Vietnam en las puertas de la capital, Duch y su pelotón de verdugos fueron de los últimos en huir, sin tiempo para destruir miles de documentos y fotografías de las víctimas.
Como los dirigentes y miles de guerrilleros del Jemer Rojo, buscó refugió en las junglas que tapizan la región oeste de Camboya, colindante con Tailandia, donde años después estableció contacto con organizaciones no gubernamentales que asistían a los camboyanos en los campos de refugiados ubicados en suelo tailandés



Dirigía el centro de torturas de Tuol Sleng

7 comentarios:

mareaxe dijo...

Eso es historia.

Unknown dijo...

Historia que no debe ser olvidada, para comprender que el fanatismo es condenable, sea zurdo o diestro...

aquí un émulo de Mao y Pol Pot - Abimael Gúzman - es corresponsable de la muerte de más de 50 mil peruanos, entre 1980-1992.

Saludos!

Nano dijo...

estoy de acuerdo tenga las ideas que tenga cada uno deechas o izquierdas la historia hay que recordarla para no repetirla

Javier dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Javier dijo...

No me queda otra más que suscribir lo que habéis dicho ya. Es bueno que no caiga en saco roto la historia, ya sea esta de izquierda, centro o derecha. No podemos olvidar el pasado, porque sin él no podremos mejorar el futuro de los que lo vivirán como presente.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Nano, perdona pero no entiendo tu mensaje en mi blog, ¿qué es lo que supuestamente no te permito??
No puedes acceder??
No he modificado nada.
Dime, qué es lo que sucede.
Gracias!
Te saludo, con todo mi afecto. Al

Nano dijo...

nada al ya esta solucionado